miércoles, 16 de mayo de 2012

La suma de los días...

Con el sol en Tauro y ascendente en Libra, un horóscopo de soñador en crecimiento y trágicos finales, nací en Rosario (Santa Fe), y salí tranquilo a encontrarme con temibles dilemas y ansiados encuentros que aún ignoraba...






Tolhuín es un lugar de témpanos andariegos, de vientos errantes, de inmigrantes con mil historias, aborígenes con collares de abalorios, de viajeros y casas flotantes que desatan sus amarras y se dejan llevar, a la deriva, por las mareas del lago.
En el crepúsculo, cualquier piedra o pequeña hoja, toma formas inesperadas, espectrales, y nos deja alucinando con criaturas fantásticas y relatos maravillosos. 
Las estaciones son monstruosamente frías, y las sequías inexistentes, las heladas son moneda corriente y el aroma a tierra mojada y bosque lo impregnan todo.
Cuando llueve, las gotas rebotan entre la grava, la piedra las rechaza con tanto empeño que jamás son sepultadas, sin exponerlas a ningún otro destino que el cielo al caer el día.
Los aventureros encontrarán las memorias de esos viejos naufragios de tus maletas y un cementerio de corazones abandonados en las cortezas. Cualquier introspección mía es testigo de ese cúmulo de inolvidables y profundos recuerdos...

Strangers in the night

Aquella vez en la fiesta, creo que era Enero.
Entre la multitud y con el moño en lo alto de su cabeza, porque era buena bailarina se decidió...


En el medio de la pista no quedaban más que un par de parejas que aprovechaban la música, cansados, antes de bailar la pieza final. De  a poco el perfume de los cuerpos daba paso al ambientador con olor a rosas (lo odiabas) bajamos desde el pasillo del piso más alto, mientras en las escaleras un camarero esquivaba con dificultad  a dos borrachos que ya se iban... 

Descalza y tambaleante saltabas escalones de tres en tres, dejando atrás las baldosas blancas, así que justo cuando la banda colgó el micrófono, empezaste a cantar Strangers in the night, esa noche antes de terminar...

Aquella vez en la fiesta, creo que era Enero.
Entre la multitud y con el moño en lo alto de su cabeza, porque era buena bailarina se decidió, que a pesar de todo valía la pena una canción desesperada, un sonrisa de última hora, un baile destartalado...
Un día feliz.